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lunes, 8 de septiembre de 2014

Competitividad, Crisis Fiscal y Estado del Bienestar

El estado del bienestar es insostenible, nos dicen en la prensa especializada. Y probablemente lo sea con las políticas que se están llevando a cabo desde los años 80, fruto del dominio de la escuela neoclásica, tanto en la política como en las universidades.
El rasgo principal de este pensamiento es el de conseguir inculcar en los gobernantes y la población que el Estado debe limitar su tamaño y actividad porque, de otra forma, el sector privado no puede crecer, generar riqueza y empleo. La paradoja de esta “verdad colectiva” es que la crisis económica, que se inició en 2007 y que prosigue en la actualidad, nos ha dejado pruebas más que evidentes de la falsedad de este razonamiento.
No es baladí esta limitación del Estado, ya que se elimina la posibilidad de que el Estado pueda destinar parte de sus recursos a generar actividad, ingresos y riqueza, así como le impide regular de forma efectiva evitando comportamientos indeseados en los mercados e incitando actividades socialmente deseables.
El principal problema al que nos enfrentamos es que, mientras que la desregulación del sistema financiero ha generado una alta inestabilidad económica desde los años 80, las políticas de austeridad, las políticas monetarias deflacionarias, han vaciado de herramientas a los Estados para hacer frente a las crisis. Los Estados no han impulsado la economía real cuando ha sido necesario, más allá de evitar el colapso financiero inyectando masivas cantidades de dinero en el sistema y rescatando bancos cuyas pérdidas han sido asumidas por los Estados.
Las políticas neoliberales han llevado a los Estados a la búsqueda de la competitividad mediante el abaratamiento de los costes de producción, centrándose principalmente en las bajadas de impuestos y las bajadas salariales. Desde esta perspectiva se compite preferentemente vía precios en lugar de especialización en productos de alto valor añadido. Esto lleva a los países a una carrera por la devaluación de sus condiciones sociales para poder competir con otras áreas económicas menos desarrolladas.
Esta situación genera un clima de competitividad fiscal entre Estados a la baja. Dicho de otro modo, el uso de la bajada de impuestos como una política que impulse el establecimiento de grandes empresas en dicho territorio. El problema de esta política de dumping fiscal es que cuando todos los estados de una misma región compiten entre sí de la misma forma, el resultado es una minoración de los ingresos públicos mientras que su competitividad relativa no aumenta.
Por otro lado, existe la tendencia a la competitividad vía bajada de salarios y precarización, lo que provoca la erosión de las bases de cotización, amén de condiciones laborales que generan insatisfacción en la población.
Tanto por la competitividad fiscal como por la competitividad vía bajada de salarios lo que resulta es una reducción de ingresos para cubrir los gastos necesarios para mantener el Estado del Bienestar.
Por este motivo, las reformas que han venido impulsando los distintos gobiernos pretenden adaptar el Estado del Bienestar al nuevo entorno. Esto no es otra cosa que menos Estado del Bienestar. Los resultados son una reducción importante de la cuantía de la prestación media en pensiones, disminución de la cobertura y cuantía de las prestaciones por desempleo, así como de la cobertura sanitaria y su no universalidad, junto con recortes indiscriminados en la partida asignada para la atención a la dependencia y educación.
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Los Estados del Bienestar fueron diseñados en una época en la que el papel del Estado era fundamental para la consecución del objetivo del pleno empleo, y se vinculó su evolución a la de un mercado laboral pujante. Sin embargo, en un contexto actual en el que el pleno empleo no es una prioridad para el Estado, sumado a la baja actividad económica, altas tasas de desempleo y envejecimiento de la población, el Estado del Bienestar se antoja insostenible.
Llegado a este punto nos preguntamos si para “salvar” el Estado del Bienestar hay que hacerlo irrelevante o, por el contrario, hay que cambiar las políticas de base.
Lo primero que hay que hacer es recuperar el papel del Estado, retornar a la idea de Estado fuerte cuyo objetivo principal es el pleno empleo. La prioridad debería ser que la población pueda desarrollar una vida digna y se generen los recursos necesarios para prestación de unos servicios públicos universales y gratuitos. De esta forma, recuperar la legitimación de un Estado activo.
Es necesario cambiar la perspectiva de forma que oriente la competitividad hacia una mayor inversión en educación y formación que generen trabajadores y empresarios cualificados capaces de adaptarse a las necesidades del entorno de forma responsable; unas políticas de I+D que impulsen la industria y una mejor disposición a competir en sectores de alto valor añadido; la inversión pública en infraestructuras que permitan a las empresas operar de forma más eficiente y una menor dependencia energética que abarate los costes de producción. El gasto social debe verse no sólo como un gasto, sino como una inversión, teniendo en cuenta el factor productivo de la inversión social.
La política fiscal es la principal herramienta de los Estados para conseguir este objetivo del pleno empleo. Partiendo de una política presupuestaria bajo los principios de suficiencia y sostenibilidad, la reforma fiscal progresiva debe de garantizar la financiación necesaria. Sin embargo, en un contexto en el que la globalización económica ha avanzado rápidamente mientras que la globalización política se ha quedado estancada es cada vez más difícil obtener dichos recursos. La ausencia de unos acuerdos fiscales mínimos a nivel supranacional impide que se puedan obtener ingresos vía impuestos a las multinacionales, que destinan ingentes cantidades de recursos a la elusión fiscal. Por lo tanto, parte importante de la solución a los problemas que se achacan al Estado del Bienestar viene por una fiscalidad común a nivel Europeo.
¿Cuánto habrá que esperar para que la Unión Europea de los primeros pasos hacia un Pacto Fiscal por el Estado Social Europeo?
José González | @Jose_MGL | Economista
Publicado en debate21.es

miércoles, 29 de enero de 2014

El desempleo en España. ¿qué modelo productivo necesitamos?

Esta semana han salido los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) en referencia al desempleo en España a finales de 2013. Comparando los datos con respecto a finales del año 2012 se observa que la población activa ha descendido en 267.900 en 2013 y se sitúa en 22.654.500, lo que significa una disminución enorme de la capacidad potencial del país y se ve reflejada en una pérdida de 198.900 puestos de trabajo en los últimos 12 meses. Este mismo comportamiento se aprecia en la afiliación a la Seguridad Social que acaba el año con 85.041 ocupados menos. Estas cifras dejan el número de ocupados en 16,7 millones.
Sin embargo, la EPA nos dice que a finales de 2013 hay 65.000 personas sin empleo menos que el año anterior, alcanzando los 5.896.300 el número de desempleados. Este comportamiento se puede explicar por tres estadísticas claves: el número hogares con todos sus miembros en paro, la evolución de la cobertura por desempleo y la emigración.
En este sentido, los hogares que tienen a todos sus miembros activos en paro se incrementa este trimestre en 24.600 hasta un total de 1.832.300. Este drama se acentúa si tenemos en cuenta que en noviembre de 2013 tan sólo 2.801.262 personas reciben prestaciones por desempleo.
Tal es la situación que 700.000 españoles han abandonado el país entre 2008 y 2012, de los 2.186.795 personas en total que se marcharon entre el 1 de julio de 2008 y el 1 de julio de 2013 según los datos oficiales.
Esta altísima tasa de desempleo, que además de generar dramas individuales y familiares de difícil solución, provoca daños de consideración a la economía del país. Un país que no es capaz de canalizar de forma eficiente la formación y experiencia de su capital humano acaba por erosionar sus propias capacidades y mengua las posibilidades de desarrollo económico a medio y largo plazo. Miles de jóvenes están emigrando en búsqueda de trabajo, entre ellos investigadores e ingenieros altamente cualificados. La descapitalización que esto supone tendrá un impacto muy negativo sobre el futuro del país.
El desempleo estructural de la economía española encuentra parte de su motivación en la nula planificación que desde el gobierno se ha efectuado sobre la economía española. Si bien en una economía de mercado el Estado no decide qué producir, qué consumir, y cómo asignar sus recursos, sí debe regular de forma eficiente para que cada uno de los agentes tenga incentivos a tomar decisiones en base a un plan a largo plazo. Por poner algunos ejemplos: las deducciones a la compra de vivienda en plena época de la burbuja inmobiliaria se pueden entender como un incentivo perverso; las subvenciones a las energías renovables que ponían las bases a un crecimiento sostenible se pueden entender como un incentivo positivo. Los impuestos verdes, que dirijan a las empresas a ser más sostenibles, son otro ejemplo de cómo los Estados pueden incidir en la toma de decisiones de los agentes.
La economía española de los años previos a la crisis ha basado su crecimiento en el fuerte aumento de la demanda interna impulsado por el endeudamiento externo. El cambio del modelo productivo pasa por la potenciación de actividades con menor apalancamiento que a su vez generen un mayor valor añadido.
Los sectores de futuro, si son reconocidos y se apuesta por ellos, pueden situar a las empresas del país en la esfera global. La tecnología de la información y comunicaciones (TICs), cuya demanda mundial supone un valor de 2 billones de euros; las energías renovables, que reducen la dependencia energética del exterior de una forma sostenible, y que junto con la rehabilitación energética de edificios, la edificación sostenible, y aislamiento de edificios, es un sector capaz de absorber gran parte de la mano de obra que se ha quedado fuera de la construcción, son ejemplos de ello. En una Europa que está apostando por una salida vía exportaciones cobra aún mayor importancia una reindustrialización basada en innovación tecnológica y eficiencia energética generadora de productos con alta incorporación de I+D.
Es preciso basar el crecimiento en el conocimiento e innovación, lo cual requiere un impulso extraordinario que debe de ir desde la educación en las escuelas hasta los incentivos para hacer de la carrera de investigador un destino prestigioso. Esto no tendría sentido si no fuese acompañado de una industria innovadora, capaz de adaptarse a los cambios con rapidez. El papel del estado debe de ser el de facilitador de un ambiente propicio para que este salto pueda producirse: apoyo a los emprendedores (cuotas de autónomos, capital semilla), apoyo a la innovación (coordinación entre centros de innovación a escala nacional, universidades e industrias), incentivos fiscales sólo para empresas que cumplan determinados requisitos económicos, sociales y ambientales, etc.
Además es preciso considerar las políticas sociales como una inversión, no como un gasto, y fomentar ésta inversión en sectores públicos y privados necesitados de empleo como lo son la sanidad, los servicios sociales, servicios a la dependencia, las escuelas de infancia y los servicios domiciliarios, que generarán un tejido empresarial asociado al bienestar.
Para finalizar, hay que tener en cuenta que las cuantiosas inversiones públicas en infraestructuras, educación y sanidad en los últimos treinta años han llevado al país a un nivel de desarrollo que nos permite afrontar los problemas actuales con optimismo.
José González | @Jose_MGL | Economista
Publicado en debate21.es

1-”Encuesta de Población Activa (EPA) Primer trimestre de 2013.” 2013. 25 Jan. 2014<http://www.ine.es/daco/daco42/daco4211/epa0113.pdf>
2-”La nueva emigración española. Lo que sabemos y lo que no – Zoom …” 2013. 25 Jan. 2014<http://www.falternativas.org/laboratorio/libros-e-informes/zoom-politico/la-nueva-emigracion-espanola-lo-que-sabemos-y-lo-que-no>

viernes, 3 de enero de 2014

¿Qué fue de los eurobonos?



En el transcurso de la presente crisis hemos visto como países que en un principio contaban con cuentas públicas saneadas tuvieron que hacer frente a los problemas derivados del colapso del sistema financiero, sobre endeudándose y quedando expuestos a un círculo vicioso mercados financieros-mercado de deuda soberana que se retroalimentaba.
El 21 de noviembre de 2011 la Comisión Europea propuso la emisión de eurobonos como una medida de estabilización eficaz para hacer frente a la crisis de deuda soberana, lo que fue apoyado con la publicación del libro verde sobre la viabilidad de la introducción de bonos de estabilidad.
La propuesta de la Comisión, que llegaba tarde, lo hacía en un momento en el que los países más afectados por las presiones del mercado de deuda soberana veían como las condiciones de financiación se endurecían.
La lógica de los eurobonos es que la mutualización de la deuda hará que todos los países de la zona euro tengan las mismas opciones de financiarse en los mercados de deuda soberana, independientemente del estado de sus cuentas públicas, lo que supone una relajación de las condiciones de financiación de los países en dificultades.
La Comisión ofrecía tres opciones de eurobonos en su libro verde: la primera de ellas es la plena sustitución de los bonos nacionales por bonos europeos con garantías mancomunadas y solidarias, esta solución es la más efectiva desde el punto de vista de la financiación; la segunda opción es una parcial con garantías mancomunadas y solidarias -sistema conocido como bonos rojos y bonos azules-; la última opción, la opción menos efectiva desde el punto de vista de la financiación de los estados, es una sustitución parcial con garantías mancomunadas pero no solidarias.
La propuesta de la Comisión tuvo el rechazo de Alemania en cualquiera de sus tres opciones, que sólo estaría dispuesta a discutirla tras un proceso de integración de varios años. Uno de los principales motivos para el rechazo es el “riesgo moral” que se supone que los estados puedan incurrir en déficits y no preservar su estabilidad presupuestaria, lo que iría en perjuicio de los estados que si la mantuvieran.
Para evitar este “riesgo moral” se dio prioridad a las políticas de coordinación fiscal, al pacto de estabilidad y crecimiento, al procedimiento de déficit excesivo, y al pacto fiscal; en lugar de atacar el principal problema al que se enfrentaban los estados y que dió lugar a la llamada crisis del euro, el coste de la financiación. Sin embargo, el “riesgo moral”, que sirve como excusa para la no mutualización de la deuda de los estados, no se tuvo en cuenta a la hora de aplicar otras políticas: el rescate bancario, la barra libre para la financiación de los bancos, inyecciones de liquidez en el sistema financiero, etc.
Desde el inicio de la crisis la Unión Europea debió afrontar el problema de la financiación de los estados, dejando de lado sus prejuicios morales, toda vez que la aplicación de eurobonos no suponía que el resto de políticas de integración y estabilidad presupuestaria no se llevasen a cabo.
La Unión Europea debió (y debe) poner en práctica los eurobonos de forma urgente en su versión más efectiva para la financiación de los estados, ya que uno de los problemas del diseño actual del esquema de bonos soberanos es que el ahorro fluye incesantemente de los países con déficits elevados a los países acreedores, justo en la dirección contraria de lo que es necesario. Éste es, además, un paso imprescindible para desvincular la crisis financiera de los mercados de deuda soberana.
Durante la crisis del euro, los Estados con problemas de déficits elevados han soportado el alto coste de financiación junto con políticas de reducción de gasto público fruto de rescates que, sin embargo, no han mejorado la posición deudora de estos países, sino todo lo contrario, amén de causar un grave perjuicio sobre la población.
En definitiva, la situación de los países europeos con problemas de déficit se asimila a las cárceles para deudores de la época Charles Dickens, que daban al deudor pocas oportunidades de devolver lo que debía.

José González | @Jose_MGL | Economista
Publicado en debate21.es
1-”Libro Verde sobre la viabilidad de la introducción de bonos … – Europa.” 2012. 24 Aug. 2013 <http://ec.europa.eu/europe2020/pdf/green_paper_es.pdf>