Páginas

sábado, 6 de abril de 2013

Deuda, déficit, prima de riesgo y otras excusas

Por lo general, todas las economías del mundo tienen un cierto nivel de endeudamiento público. Este nivel de deuda pública varía de país a país como podemos ver a continuación.
Deuda pública por país
Gráfico 1. Deuda pública por país.
Fuente: Eurostat 
En España la deuda pública (el 36,7% en 2007 y el 69,3% en 2011) es inferior a muchos países de la UE, como es el caso de países tan importantes como Alemania (80,5%), Francia (86,0%), Reino Unido (85,0%).

Existe cierta confusión en los términos déficit y deuda que nos llevan a sacar conclusiones inexactas. De una forma sencilla podemos entender el déficit/superávit como la velocidad a la que sale o entra dinero en tu bolsillo, y la deuda/activo, la cantidad de dinero que debes o tienes. 

Desde determinadas posiciones se nos dice que el estado debe gestionarse como una familia, es decir, que no se puede gastar más de  lo que se tiene. Sin embargo, desde una perspectiva personal, se puede pensar que en un momento determinado es positivo gastar más durante unos meses (financiando una inversión, formación, etc) para obtener un mejor salario en el futuro que hará que tus activos aumenten. Desde una perspectiva empresarial, puede ser igualmente positivo el que los gastos superen a los ingresos en un periodo determinado, por ejemplo, la inversión en I+D+i para conseguir una innovación determinada redundará en una mayor cuota de mercado en el futuro y en mayores beneficios empresariales.

Cuando desde las instituciones europeas y el FMI se pone el acento en la reducción del déficit, se están haciendo comparaciones únicamente en la cantidad que los gastos superan a los ingresos en un momento determinado, en términos de porcentaje del PIB. En ningún momento la evaluación va dirigida a calcular la capacidad de endeudamiento del país en cuestión ni el plan a medio/largo plazo que este país puede tener para enfrentarse a las dificultades actuales. Además, esta reducción rápida del déficit se realiza mediante políticas de recortes del gasto público (especialmente gasto social), lo cual provoca una caída de la actividad, del consumo, de los ingresos públicos, diluyendo así el efecto reductor de esta política, no así del sufrimiento de la población ya que sobre esta recae todo el peso de la crisis.

Por poner un ejemplo de alternativa a las políticas actuales de reducción del gasto público extremo para conseguir la reducción del déficit, un país puede decidir hacer frente a la recesión actual con un plan a largo plazo de 10 años, con políticas expansivas, que incentiven el consumo, la creación de empleo y el aumento de ingresos públicos debido a la mayor actividad productiva en detrimento de un aumento del déficit público y de su deuda pública a corto plazo. El aumento de la actividad y de la recaudación redundará en una disminución del déficit a largo plazo, combinado con medidas de eficiencia en el gasto y mejora de la recaudación.

Una vez la economía de dicho país ha despegado, se seguiría con el control exhaustivo del gasto público (que no quiere decir recortes en gastos sociales). Se ha demostrado que en épocas de bonanza la reducción del déficit es mayor debido al efecto multiplicador de la inversión.

Una de las objeciones a este tipo de políticas expansivas es la supuesta dificultad que están atravesando determinados países para financiarse en el mercado de deuda pública y la falsa creencia de que marcándose como objetivo único la reducción del déficit en un plazo muy corto estas dificultades desaparecerán. 

La experiencia en estos últimos años esta demostrando que las dificultades de financiación de determinados países en la zona euro no tienen nada que ver con su nivel de endeudamiento ni con el déficit público en un momento determinado, sino que más bien tiene que ver con la credibilidad de sus políticas (nacionales y europeas) para enfrentarse a un futuro de previsible recesión. 


Gráfica 2. Crecimiento vs Prima de riesgo en España
Fuente: Eurostat y El País
Desde el punto de vista de los inversores, su preocupación no es el nivel de déficit del país en cuestión, en un momento determinado, sino la previsión de que en un futuro puedan conseguir un retorno adecuado de sus inversiones. Un inversor vería con mejores ojos una política económica destinada al fomento del consumo y la demanda agregada (puesto que esto redundaría en su beneficio con mayores retornos de su inversión) que una política de austeridad extrema que condena al país a una caída importante del consumo y al inversor a un escaso, si alguno, retorno de su inversión.

Por lo tanto, llevando a cabo un análisis diferente de la situación, podemos pensar que hay alternativas a la política económica ejecutada por el gobierno en España e impuesta desde Europa, de reducción del déficit como única opción para la salida de la crisis.